Odiábamos llevar una vida planificada desde el primer café de la mañana hasta el último parpadeo de la noche.
Odiábamos la mediocridad, permanecer en el centro, en tierra de nadie...
Nos sentíamos libres, cuando en realidad estábamos encadenados -el uno al otro-.
Lo que realmente me liberaba era tenerte a mi lado, dulce tortura, manos que me envuelven y me desenvuelven, que recorren cada centímetro de mi diminuto cuerpo...
Caricias, besos, copas vacías de cristal, labios que se mueven al ritmo de aquella canción de blues, miradas llenas de lujuria que no entienden de culpabilidad y disfrutan de cada segundo.
Cuerpos de fuego, corazones de hielo, de cuando en cuando se escuchaban algunos ''Te quiero'' entre orgasmos fugaces y vuelta al principio, a miradas tímidas, susurros varios y días que pasaban hasta que volvía a saber de ti.
¿Qué me incomodaba de aquello?, nada, absolutamente nada, nunca he sabido seguir el rol de novia perfecta que grita más cuando le ensucian el vestido que dentro de la cama.
Me hacía feliz estar a tu lado, conocernos entre labios húmedos que se mordían y cremalleras de pantalones que se bajaban, sentirte estremecerte cada vez que mi boca ansiosa rozaba tu cuello.
Fueron días de gloria, y siento que vuelvo a ser libre cada vez que te pienso y te escribo.
- 12:20
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