Sin duda alguna soy de esas que creen firmemente en el destino, de esas que fantasean con chocarse con un desconocido en un café Starbucks y enamorarse perdidamente, de esas que inevitablemente confían en el amor, en los finales felices, en que existe una persona de entre las más de 7.000 millones de personas en el mundo que es algo así como la horma de nuestro zapato.
Es muy fácil caerse y seguir tirado en el suelo esperando a que alguien nos ayude a levantarnos, es muy fácil pasarse las horas llorando esperando que nuestra suerte cambie. Lo verdaderamente difícil es levantarse, alzar la cabeza y seguir caminando, lo verdaderamente difícil es secarse las lágrimas y cuando no podamos más demostrarle al mundo de que pasta estamos hechos.
La vida no es más que una montaña rusa y nosotros somos los kamikazes que se sientan en la primera fila de la atracción para sentir más emociones: vivimos intensamente el amor, sufrimos intensamente, lloramos, reímos, ganamos, perdemos... vivimos.
Soy de esas que no creen que en el mundo pueda haber una persona idéntica a nosotros, ¿Acaso alguien puede tener -prácticamente- la misma forma de pensar que nosotros?, ¿Acaso alguien puede comprendernos sin necesidad de que hablemos?, parece que no, pero lo cierto es que existe esa persona, nuestra persona, la que está hecha para nosotros, la que odia tanto los días de lluvia como nosotros, la que ama tanto un género de cine como nosotros, la que no necesita que le expliquemos porque lloramos ya que nos lee la mente, la que habíamos buscado toda la vida y por fin ha llegado.
Sé que día a día te cruzas con cientos de chicas que son mucho más guapas que yo, que podrían ser mucho más inteligentes que yo, que son más altas que yo, pero... créeme nunca habrá una que te quiera tanto como yo.
He jugado y he perdido muchas veces, pero nunca me doy por vencida, soy la persona más ambiciosa del mundo y cuando me fijo una meta hago todo lo posible para lograrla, y da la casualidad de que hoy mi meta eres tú. Ya te he dicho que cuando quiera podré conquistarte, ¿Qué nos apostamos?.
Es muy fácil caerse y seguir tirado en el suelo esperando a que alguien nos ayude a levantarnos, es muy fácil pasarse las horas llorando esperando que nuestra suerte cambie. Lo verdaderamente difícil es levantarse, alzar la cabeza y seguir caminando, lo verdaderamente difícil es secarse las lágrimas y cuando no podamos más demostrarle al mundo de que pasta estamos hechos.
La vida no es más que una montaña rusa y nosotros somos los kamikazes que se sientan en la primera fila de la atracción para sentir más emociones: vivimos intensamente el amor, sufrimos intensamente, lloramos, reímos, ganamos, perdemos... vivimos.
Soy de esas que no creen que en el mundo pueda haber una persona idéntica a nosotros, ¿Acaso alguien puede tener -prácticamente- la misma forma de pensar que nosotros?, ¿Acaso alguien puede comprendernos sin necesidad de que hablemos?, parece que no, pero lo cierto es que existe esa persona, nuestra persona, la que está hecha para nosotros, la que odia tanto los días de lluvia como nosotros, la que ama tanto un género de cine como nosotros, la que no necesita que le expliquemos porque lloramos ya que nos lee la mente, la que habíamos buscado toda la vida y por fin ha llegado.
Sé que día a día te cruzas con cientos de chicas que son mucho más guapas que yo, que podrían ser mucho más inteligentes que yo, que son más altas que yo, pero... créeme nunca habrá una que te quiera tanto como yo.
He jugado y he perdido muchas veces, pero nunca me doy por vencida, soy la persona más ambiciosa del mundo y cuando me fijo una meta hago todo lo posible para lograrla, y da la casualidad de que hoy mi meta eres tú. Ya te he dicho que cuando quiera podré conquistarte, ¿Qué nos apostamos?.
- 19:53
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