Tus dedos recorriendo mi espalda, mis brazos y mi cara en busca de lunares para unirlos como si de constelaciones se tratase.
Miradas que me retratan, manos que se entrelazan y me atrapan.
Tengo tu imagen perfectamente retratada en mi mente, tal vez podría dibujarte sin mirar, guiándome únicamente por los recuerdos.
Sonrisas que embriagan, la tonalidad clara de tu piel y tus ojos, esa forma tuya de arrugar levemente la nariz cada vez que ríes...
Dicen que cada persona es un mundo, pero puedo afirmar que tú eres un universo de mil particularidades, lleno de sueños, ideales, formas de pensar.
Cómo si fueses una canción, no me canso de ti, de tus altos y bajos, de tu ritmo, de tu letra... podría decirse que eres esa canción que todos escuchamos mil veces y cada vez nos gusta más que la anterior.
Digamos que esta noche te echo de menos, que daría mi vida una y otra vez por tenerte de nuevo en mi cama, sentir las yemas de tus dedos acariciando mi pelo y haciendo dibujos sobre mi cuello, recordar la textura de tus labios y morderlos de nuevo, sentir el fuego que derrite a un alma gélida, escuchar rock, sentir que por una noche todo sigue igual, querernos entre orgasmos, despertar, tener guerra y encontrar tregua durante la noche.
Podría pasarme la vida así, pero hay quién dice que una vida tranquila es mejor, qué poco saben de vivir, de soñar, de libertad...