La lluvia se hacia notar en las calles, los más comodos podían contemplar la escena desde alguna ventana de su casa. El cielo gris, oscuro, opaco.. la lluvia, sonando fuerte, como queriendo transmitir algun tipo de mensaje intraducible. Las calles se vaciaban, solo unos pocos se atrevían a pasear, parejas que se cubrian con paraguas, más tarde llevados por el furioso viento. Gentes que debían ir a trabajar o salían alegres de su trabajo pensando en llegar a casa para estar de una forma confortable. Aquel momento fue vital para mí. Sentía que desde hace tiempo mis minutos los disfrutaban otras personas, ¿estaba cayendo en la rutina?, desde luego que SI. tenía ganas de perderme en algún lugar diferente, de ser una extranjera, de entrar en otra ciudad, en otro pais, lejos, muy lejos de aquí. Perderme en una avenida céntrica, descubrir nuevas culturas, olvidar los estereotipos...
Con paso firme y decidida entré de nuevo en la oficina, me acerqué lentamente al despacho de mi jefe, mientras le decía sonriente que me iba, no sabía a donde, no sabía cuando, solo necesitaba desconectar, calma, que es lo que en mi vida faltaba. Nadie se lo creía, pero de su incredulidad nacía mi felicidad. ¿Que debía hacer?, ni yo misma lo sabía, solo quería hacer las maletas, darle las llaves a alguien de confianza para que regara mis plantas durante mucho, mucho tiempo, comprar un billete de avión, solo de ida, no tengo claro cuando será mi vuelta, y fugarme, llegar a un lugar en el que la máxima preocupacion sea yo, un lugar en que mi tiempo lo controle yo, y no depender de apretadas agendas y sobrios horarios.