El no cambiará, lo se... el escorpión que pica y hace daño una vez, probablemente, volverá a hacer daño.
Como todos los cuentos de hadas, todo empezó bien, no puedo decir que hubiéramos tenido una historia fuera de lo común destacando el gran amor que había entre nosotros, por que... no es así, yo le quería, si, pero por que el estaba ahí cuando lo necesitaba, tal vez por eso le cogí tanto cariño, pero como en todos los cuentos hubo tropezones, y tras un tropezón.... no fuimos capaces a levantarnos, yo me enfadaba, a la mínima, él... discutía solo, y poco a poco entramos en una relación 'tóxica', de esas que te destrozan emocionalmente, de las que quieres salir, y cuesta, no sabes como. Con el tiempo, la princesa pudo levantarse, secarse las lágrimas, recoger su clutch y calzarse esos zapatos otra vez, para caminar de nuevo radiante, derrochando seguridad.
El príncipe se dio cuenta de que sin su princesa estaba perdido, ella, mientras tanto, pensaba en recuperar la felicidad que un día perdió, y ahí es cuando entra en juego otro príncipe. La princesa se enamoró de el, tanto, que ni llegaba a creérselo, su príncipe era perfecto, un príncipe que promete y da. Los días pasaban y la princesa sonreía más y más, su felicidad se notaba desde lejos, hasta que el príncipe que un día tuvo... regresó, quería reclamar lo que según el 'era suyo', la quería a ella, pero no sabía que ya la había perdido, hace mucho tiempo, que de tanto jugar con un hilo finito... acabó por romperlo, y hoy... ya no queda nada.
La princesa se fue con su príncipe, y aquel príncipe... se encerró, en algún lugar, a meditar, a pensar, a reflexionar, a echar de menos aquellos días en los que 'su princesa', le daba todo lo que el necesitaba.