Me siento vulnerable, pequeña, como si se apagasen las luces y me encontrase sola e insegura, en una habitación aparentemente vacía, pero donde alguien pudiese ver desde lejos mi sufrimiento reflejado exteriormente en un cúmulo de lágrimas que no cesan.
Siento que me tambaleo, cada vez que doy un paso.
Siento que estoy sobre una fina tabla de madera suspendida en el vacío, procurando no moverme, para que nadie se percate de como estoy por dentro.
Me miro al espejo y miro hacia el suelo, porque mi reflejo solo puede decirme esto: Me gustaría que volvieses a ser como antes, te has equivocado, pero sabías mantener la compostura, has tenido siempre una dignidad que te ha caracterizado, echo de menos la persona que eras, todos tenemos momentos de flaqueza, pero no dejes que nadie cambie lo que tanto te ha costado ser.
Es cierto, he tenido momentos muy duros, he aguantado durante tres años una situación que por suerte o por desgracia ha marcado mi personalidad y me ha dado la integridad y la madurez que tanto se echa en falta, por ello... cuando alguien no crea en ti, es el momento para comenzar a creer en ti mismo, esa es la base, confianza, mucha confianza, repítete cada día todo lo bueno que tienes, aunque sean un par de cosas, porque... aquellos que intentan hundirte el día son los que no tienen ni una sola cosa positiva.
Vive sin fingir, quiere sin depender, escucha sin defender, habla sin ofender.