Me despierto, un domingo, tarde muy tarde, la noche del sábado se me hace larga, los tacones duelen, pero para ir divina, hay que sufrir, un chico guapo me invitó a un vodka, me dijo que si era demasiado fuerte para mí que lo suavizase con sus labios, baboso, pero no le dí importancia, hasta me hizo gracia.
Me duele la cabeza, pero hoy es mi día especial, después de una semana de paciencia le veré, debería tomarme algo para la cabeza, si.
Entro en la cocina, ¡maldita resaca!, el ruido del roce de la cucharilla contra la taza se multiplica por tres, y yo, sufro como una descosida.
Una vez acabada mi infusión me tumbo en el sofá, me cubro con una mantita y pongo una película de esas romanticas, Tienes un E-mail, me gusta esa película, la habré visto diez veces, pero es muy bonita, porque dos personas que crean una relación tan estrella, a través de palabras entrelazadas, de e-mails, es algo sorprendente,  lo más gracioso es que ya se conocen, y se llevan fatal, pero se enamoran sin querer y sin saberlo.
Me dejo entrar en la película, las horas pasan y pierdo la noción del tiempo, él me llama, me dice que en media hora vendrá a buscarme. ¿Media hora? ¿Media... hora?, no puede ser, no puede ser.
Corro por los pasillos de la casa, me tropiezo conmigo misma pero me levanto, llego al vestidor, tiro todos los vestidos, todas las faldas al suelo. ¿Que me pongo?, ¿Que me pongo?, si, esto está bien, una falda negra, con medias tupidas, unos oxford oscuros, una camiseta y una rebeca gris. Parte uno, hecha. Ahora... pelo... llego hasta el cuarto de baño, predomina el olor a vainilla, me gusta así, busco el moldeador, y comienzo a darle forma al pelo, después busco en mi tocador mi maquillaje, le doy un toque nude a mi look, me pongo unas gotitas en las muñecas de Chanel nº 5 y me siento en la cama, estoy nerviosa, busco el movil, y observo el fondo de pantalla, una foto nuestra, un beso, un lenguaje, una muestra de cariño, de dulzura...
Entonces el timbre suena, camino con paso firme hacia la puerta, la abro lentamente, me ve, sonríe, sonrío, le abrazo, se acerca hacia mí, entra, cierro la puerta, y me besa, un beso lento, con amor, que poco a poco va cobrando pasión, un beso rápido, ardiente, mágico, un beso como si fuese el último, como si no hubiese mañana, y así comienza otro domingo con él...
Le quiero, cada día más, y lo sé, pierdo la cabeza por él, pero me gusta.