Tomas una decisión, crees desde el primer momento que tu argumento es el único válido, y no hablas con nadie más, te vales de ti mismo, de tu razón, de tu lógica, pero aveces no es así... necesitamos otras opiniones, escuchar, ser escuchados y yo... he llegado a un punto de inflexión, no puedo dar marcha atrás, no hay retorno, no hay otra oportunidad y... quería que todo cambiase, que a partir de aquel momento las cosas me fuesen fáciles, pero no lo son. He tenido los dos meses más difíciles de mi vida, he pensando día si, día también en el, me he derrumbado y... ahora estoy dejando que todos me vean como soy: vulnerable, delicada, indefensa, frágil... y en este preciso instante siento que el mundo está alejado de mí, que estoy al margen de todo y de todos y yo soy la que me alejo. Caminan rápido, con prisa, quieren llegar a su destino a tiempo y yo... aún no sé cual es mi destino, llevo meses caminando de forma lenta, sin apenas notarse que estoy ahí, y lo siento, pero no... no soy esa chica que os alegra a todos, que es perfecta, que siempre se ríe, tengo mis momentos de debilidad y ahora estoy sumergida en uno de ellos. Necesito tiempo, el que haga falta, para ser como antes, necesito encauzar mi vida, ya que en las últimas semanas ha dado un giro radical, necesito... tantas cosas, pero no puedo soñar, no puedo quedarme sentada más tiempo, solo tengo una opción: secarme las lágrimas, volver a levantar la cabeza gradualmente y para ello tengo que centrarme, alejar de mi cabeza todos los pensamientos que son negativos e intentar (por una vez) ser positiva. Se que costará, pero... quiero ser feliz, y voy a por ello.