Todos odiamos los reencuentros, evitamos a toda costa el volver  a ver a esa persona.
Y... por ironía del destino, te encuentro, y, para mi sorpresa, habías dado un cambio radical, ya no me importaba en absoluto.
Siento que me he castigado, que he perdido unos meses de mi vida, por que has llegado a ser importante en mi vida que yo misma.
Ahora comprendo que lo que me decían era cierto, que el tiempo lo cura todo, y que cuanto más amas más cuesta volver a empezar.
Pensaba que no sobreviviría, que jamás volvería a sentir algo (felicidad, tristeza, emoción...), porque me mostraba apática ante todo, pero me equivocaba, aquí estoy, unos cuantos meses después riéndome del pasado, mostrándole mi mejor cara.
Lo único que me duele de todo esto es haber dado tanto, por que me he sentido traicionada, y has dejado claro que es lo que pensabas sobre mí.
Recuerdo que hace tres meses te volví a ver, y sentí un escalofrío que me recorría de cabeza a pies, sentía que nada había cambiado, y tuve el impulso de acercarme y besarte, pero entonces recordé que ya no era nada para ti, pues, resulta que, tras el segundo reencuentro puedo afirmar que ya no eres nadie para mí, ya que al verte los escalofríos, las sonrisas y los nervios se esfumaron de repente, sinceramente, ¿sabes que sentí?, sentí indiferencia, y una pequeña parte de odio.
Indiferencia, por que ya me es igual lo que te ocurra, me has hecho tanto daño que no puedo ser compasiva contigo, y odio, por que no fue justo, dejarme quererte tanto para tirarme de la nube en la que me hallaba.