No podemos estar un día separados, parece una norma no establecida que ambos queremos cumplir.
Pensé que esta historia venía con fecha de caducidad, que se había acabado, tras un día estúpido, en el que ninguno de los dos quería poner de su parte para hacer que ese día fuese tan mágico como el resto.
Pensé que te había perdido, y me lamenté al día siguiente, por que créeme, eres demasiado, eres la perfección en persona.
Tumbada sobre la cama, leyendo a Federico Moccia veo que suena mi móvil, jamás pensé que fueras a ser tú, pero ahí estabas, tan dulce, radiante, tierno, tan estupendo como siempre, hablando conmigo, como si nada hubiera pasado, como si ambos hubiéramos borrado ese día, 48 horas después.
No era tu culpa, era un mal día producido por una discusión con una persona cercana, y mi mayor error ha sido pagarlo contigo, eres una persona increíble, y no quiero pensar jamás que podría perderte.
Siempre encontramos la forma de tener aunque sean cinco minutos para contarnos que tal nos ha ido el día, y por las noches, siempre encuentro unos minutos para pensar en ti, para plasmar tu cara en mi mente y posteriormente dormir, con la mejor de las sensaciones recorriendo mi cuerpo de forma intermitente.
No quiero perderte, jamás, ahora mismo no concibo los días sin ti, sin esa pequeña placentera rutina que nos hemos impuesto, de hablar siempre, diez minutos o cinco horas, no me importa.
No quiero ser la primera, pero si quiero ser la única que importe, la que haga que el listón esté tan alto que las demás se tengan que olvidar de ti, la que te haga la vida feliz, la que esté contigo, en los buenos y malos momentos, la que no te abandone, nunca, quiero ser la única, quiero ser solo tuya.
Pensé que esta historia venía con fecha de caducidad, que se había acabado, tras un día estúpido, en el que ninguno de los dos quería poner de su parte para hacer que ese día fuese tan mágico como el resto.
Pensé que te había perdido, y me lamenté al día siguiente, por que créeme, eres demasiado, eres la perfección en persona.
Tumbada sobre la cama, leyendo a Federico Moccia veo que suena mi móvil, jamás pensé que fueras a ser tú, pero ahí estabas, tan dulce, radiante, tierno, tan estupendo como siempre, hablando conmigo, como si nada hubiera pasado, como si ambos hubiéramos borrado ese día, 48 horas después.
No era tu culpa, era un mal día producido por una discusión con una persona cercana, y mi mayor error ha sido pagarlo contigo, eres una persona increíble, y no quiero pensar jamás que podría perderte.
Siempre encontramos la forma de tener aunque sean cinco minutos para contarnos que tal nos ha ido el día, y por las noches, siempre encuentro unos minutos para pensar en ti, para plasmar tu cara en mi mente y posteriormente dormir, con la mejor de las sensaciones recorriendo mi cuerpo de forma intermitente.
No quiero perderte, jamás, ahora mismo no concibo los días sin ti, sin esa pequeña placentera rutina que nos hemos impuesto, de hablar siempre, diez minutos o cinco horas, no me importa.
No quiero ser la primera, pero si quiero ser la única que importe, la que haga que el listón esté tan alto que las demás se tengan que olvidar de ti, la que te haga la vida feliz, la que esté contigo, en los buenos y malos momentos, la que no te abandone, nunca, quiero ser la única, quiero ser solo tuya.
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