Llega un día en que te despiertas, y no piensas en lo despeinada que estás o cuantas horas permanecerás hoy bajo el sol tratando de que el color blanco de tu piel tan característico del invierno vaya dejando paso a un tono dorado tan de moda en verano, ya que... en lo que realmente piensas es en esa persona, en lo feliz que te hace.
Es contradictorio, sencillo y complicado: Es sencillo cuando los dos sonreímos, cuando el tiempo parece no importarnos, cuando las palabras de amor inundan nuestros diálogos, pero... también es complicado, cuando no nos ponemos de acuerdo, cuando yo estoy desconcertada y no se que pensar o que sentir.
Hay una mezcla de sentimientos, eso está claro, y también de actitudes, -al menos por mi parte-, cuando estoy contigo me siento niña, siento que puedo ser como quiera, que nada me para, que nada importa, pero cuando no estoy contigo siento que soy una mujer, que la cruda realidad es que no quiero enamorarme, o eso creo, porque cada día me siento más aturdida.
Echo de menos aquellos días en los que actuaba sin pensar, en los que me regía por mi intuición y en los que podría estar con cualquiera sin importarme nada, pero... algo dentro de mi ha cambiado y, quiero que la próxima vez que esté junto a alguien signifique algo, y eso es lo que me asusta, el ver que significa algo y no saber como actuar.
¿Como se sabe que es el correcto?, ¿Como se sabe que algo saldrá bien?, ¿Como se puede hacer callar a esa pequeña voz en tu interior que te pide que no te involucres demasiado en algo nuevo?, nadie lo sabe y decididamente, son cosas que aparecen en el camino y nos hacen actuar de una determinada manera.